La ciudad tiene puntos referenciales de su origen y transcurso y uno de ellos es el Santuario de las Siervas que ha pasado a ser parte o monumento de su historia no solo por su arquitectura ojival o de altas columnas que se cruzan en las bóvedas de sus naves, sino por la forma comunitaria como fue construido, porque fue el primero de una hermandad religiosa netamente venezolana que ahora se ha extendido hasta Colombia, porque en ese santuario oficiaron en calidad de monaguillos Ramón Lizardi y Constantino Maradei Donato, quienes posteriormente serian prelados de la Iglesia Venezolana y porque hubo un tiempo que sustituyó temporalmente a la Catedral Metropolitana.
Podríamos decir que la historia del Santuario o Templo del Santísimo Sacramento comienza con el octavo arzobispo del Distrito Federal, Monseñor Juan Bautista Castro Cueva, quien siendo Capellán de la Santa Capilla de Caracas, tuvo la feliz idea de fundar el 7 de septiembre de 1896 la Congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento.
Veinte años después, específicamente el 18 de noviembre de 1916, siendo Monseñor Sixto Sosa, Obispo de Claudiapolis y Administrador Apostólico de Guayana, la Congregación se extendió a Ciudad Bolívar donde fundo su segunda casa.
Todavía en Venezuela la hermandad religiosa no había podido levantar santuario propio, pero encontró terreno y ambiente propicios para que Ciudad Bolívar se hiciera privilegiada en ese sentido.
Un día de Reyes, 6 de enero de 1927, luego de la misa de la mañana, las religiosas, acompañadas de un grupo de señoras, se detuvieron ante las piedras sobrantes de la ampliación de la Catedral y resolvieran ellas mismas cargarlas al solar donde pensaban construir su santuario. La Catedral había sido ampliada en la parte posterior abarcando una capilla que había sido erigida años atrás bajo la advocación de San Antonio. Viene siendo lo que es hoy el altar mayor, Sacristía y el salón de la parte alta donde existe una larga mesa de reuniones. Los trabajos habían sido ejecutados y concluidos en mayo de 1922 por el constructor Antonio Valera Villalobos para la nueva iglesia.
En romería, luego de cada misa de la mañana, estimulados desde el púlpito o el altar por Monseñor Dámaso Cardozo, los feligreses se impusieron la obligación de acompañar a las monjas, para sentirse bien con Dios representado en la Eucaristía, de cargar las piedras tres cuadras cerro abajo hasta depositarlas en el solar por donde luego fueron remodeladas las calles El Rosario y Dalla Costa.
No obstante el cemento romano ya en el mercado, en Ciudad Bolívar todavía prevalecía la piedra y el barro como elementos principales en las construcciones; de manera que, con ese material primitivo, las siervas, el voluntariado religioso y los alarifes iniciaron la construcción del santuario del 17 de septiembre de ese mismo año 1927. En 1931, la fábrica estaba tan avanzada, que para mayor incentivo del espíritu colaboracionista de la comunidad, la Congregación escogió el 26 de Junio, día del Sagrado Corazón de Jesús, para celebrar la primera misa, complementando el rito el 22 de noviembre de ese mismo año con la primera exposición del Santísimo Sacramento.
El Santuario quedó concluido en 1934, no como unidad aislada del entorno urbano, sino insertado y formando esquina dentro de la propia retícula urbanística, con las fachadas, de acceso escalonado, hacia el naciente y unida hacia el poniente con la Casa de la Congregación. De acuerdo con el proyecto levantado por el doctor Pablo H. Carranza, quien fue Rector del Colegio Nacional de Guayana, consta de una nave principal con una gran puerta también hacia fuera y que llegó a funcionar como capilla particular de las monjas adoradoras de Cristo.
Bajo el arco toral de la nave principal un céntrico altar en cuya base de hierro permanece visiblemente el cofre que guarda el acta de fundación y en el fondo del Santuario un Crucifijo más un retablo traído de Génova y bendecido el 26 de febrero de 1950 por Monseñor Juan José Bernal. En la nave lateral derecha la imagen de la Virgen de la Soledad. Una tercera en el templo es la Virgen Maria hilando, restaurada y transformada en la imagen de Nuestra Señora del Rosario.
La culminación, apoteósica por la euforia religiosa y homenaje al esfuerzo tanto de la Congregación como de la comunidad, fue el 14 de octubre de 1934 cuando Monseñor Miguel Antonio Mejia, Obispo de la Diócesis, bendijo el santuario que ya había sido concluido y para cuyo acto solemne vino expresamente de Caracas, la Madre Magdalena, Superiora General de las Siervas del Santísimo Sacramento.
Entonces se repitieron las palabras que Monseñor Mejia había pronunciado en los primeros meses de iniciada la obra; “Este Santuario Eucarístico será un asilo para los perseguidos del dolor y el infortunio... un sol que alumbra los tortuosos senderos de la tierra... manantial de vida levantado en el propio corazón de Guayana...”
No obstante la importancia de este templo ofrendado al Sacramento de la Eucaristía, resultaba, luego de cuatro decenios, insuficiente para abarcar los proyectos de expansión de las actividades de la Congregación, de manera que la idea de construir otro santuario unido a la Casa y a un Colegio, con amplio espacio para jardín y parque, encontró aliento en la generosidad de la docente y poeta doña Anita Ramírez, quien no solo donó parte de sus tierras en la hoy Avenida Libertador, sino que también hizo construir el Santuario y además instalaciones, a donde las Siervas del Santísimo Sacramento se mudaron en 1967.
El Santuario del Centro Histórico pasó luego de tres años a la jurisdicción eclesiástica de la Arquidiócesis donde en 1974 y durante casi un quinquenio, Monseñor Crisanto Mata Cova instaló provisionalmente la Catedral mientras duraba la reconstrucción y restauración de la Iglesia Mayor. En 1987, Monseñor Medarno Luzardo fundó allí el preseminario o Centro Vocacional “Nuestra Señora del Rosario”, para formar jóvenes deseosos de consagrar su vida al sacerdocio ministerial.
La nueva sede y templo de las Siervas del Señor resultaba entonces un mejor lugar para la oración porque para los años sesenta aquella zona era de ensanche, casi rural. Ciudad Bolívar tenia para el momento unos 100 mil habitantes con una proyección aproximada de medio millón para el año 2.000, y lo que era ambiente bucólico se tornó por fuerza del crecimiento urbano en lugar donde el canto de las aves quedó sepultado por el ruido constante de los vehículos livianos y pesados que pasan por la antigua avenida La Paragua.
Ahora, comparativamente, más apacible es el antiguo Santuario de Las Siervas, también abandonado por el Centro Vocacional debido al proceso de deterioro del templo, felizmente detenido en 1992 cuando fue absorbido por el programa oficial de revitalización del Casco Histórico de la ciudad.
El proceso de restauración bajo la supervisión del arquitecto y restauradora, Mildred Egui Boccardo, se planificó en dos etapas; la primera, dirigida a restaurar la Iglesia y luego la Casa del Centro Vocacional que pasaría a ser residencia permanente del Arzobispado.
El Templo o Santuario fue entregado al Arzobispado por el Gobernador Jorge Carvajal Morales durante la celebración eucarística realizada el sábado 20 de diciembre de 1997. La obra fue concluida o, digamos mejor, rematada, por la empresa constructora de Humberto Perniciaro, toda vez que el trabajo mayor lo realizó el artesano Adalberto Zulbarán, a quien distingue con su experiencia una publicación del Instituto del Patrimonio Cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario