Mariano de Talavera y Garcés nació en la tierra de los caquetíos, en la tierra bautizada por el español Juan de Ampíes con el nombre de Santa Ana de Coro, en 1527.
En esta tierra cálida, preterida por las lluvias, a doce kilómetros del mar, primera capital de la provincia de Venezuela, sede del primer obispado y, por lo tanto, de la primera catedral del país, nació Mariano de Talavera y Garcés, el 22 de septiembre de 1777.
Sus padres, Andrés de Talavera Pérez y Josefa Garcés de la Colina, lo predestinaron desde su infancia a la carrera sacerdotal y a la edad de 14 años, ya bien aventajado en la primaria, lo enviaron a Caracas para estudiar en la Real y Pontificia Universidad de esta ciudad, la única existente desde 1721 que la creó el Rey Felipe V para evitar que los blancos de la provincia venezolana tuvieran que viajar a Bogotá, Santo Domingo o México a concluir sus estudios y obtener el doctorado.
La Universidad se llamaba Real y Pontificia por estar bajo la tutela y protección del Monarca y del Sumo Pontífice, por ello estaba inclinada a defender los fueros y regalías del Rey, velar por la pureza de la religión católica y formar teólogos, canonistas, juristas y médicos, útiles al Estado y a la Iglesia.
Después de seis años intensos de estudios en ese claustro universitario, 8 de diciembre de 1797, a pocos meses de haberse develado la tentativa revolucionaria de Gual y España, obtiene el grado de Maestro en Teología y tres años màs tarde el doctorado en Teología que lo coloca en el umbral del sacerdocio. Lo consagra como tal en 1801, el obispo de Caracas, monseñor Francisco de Ibarra, quien habìa sido el primer obispo de Guayana en 1791.
Recibido de sacerdote viaja a su tierra natal para ejercer allá su ministerio pastoral. Después pasa a desempeñar el curato y vicaría de Barinas y posteriormente recibe orden de trasladarse a Mérida como secretario del cuarto obispo de aquella diócesis, Santiago Hernández Milanès, prelado oriundo de Salamanca, España, de gran dinamismo y empuje, iniciador de la catedral conforme a los planos de la de Toledo y creador de la universidad emeritense a la cual le sirvió de matriz el Colegio Seminario de San Buenaventura, donde Mariano de Talavera y Garcés tambièn ejerció la docencia.
La Revolución del 19 de Abril de 1810 iniciada desde el Cabildo de Caracas, encuentra ambiente propicio en Mérida que guardaba para mejor ocasión su experiencia en la Rebelión de los Comuneros, en la que se vio involucrada en 1781 contra las autoridades reales a causa de las agobiantes medidas impositivas.
De suerte, que la provincia de Mérida no tardó en seguir el ejemplo de Caracas y el 16 de septiembre depuso a las autoridades del Cabildo y nombró una Junta a la cual fue incorporado Mariano de Talavera y Garcés, en representación del clero, primero como vocal y luego como vicepresidente. Fue precisamente a este sacerdote a quien tocó redactar la primera Constitución Federal de esa provincia, firmar el decreto de erección del Colegio Real de San Buenaventura en Universidad y juramentar como Rector vitalicio de la misma al obispo Santiago Hernández Milanés, quien morirá el año siguiente, luego de los oficios del jueves santo, sepultado bajo los muros del Palacio Episcopal, derrumbado por el terremoto del 26 de marzo de 1812.
Este terremoto fue una de las causas por las cuales el movimiento de independencia iniciado el 19 de abril de 1810, fracasó, pues facilitó la marcha victoriosa de Monteverde desde Coro, toda vez que gran parte de las guarniciones pereció en varias ciudades y resultó un fiasco la expedición enviada al Orinoco para recuperar la provincia de Guayana.
Perdida la Primera República, Mariano de Talavera y Garcés trató de refugiarse en Nueva Granada, pero allí fue preso por los realistas y enviado a las bóvedas de la Guaira, donde permaneció hasta 1815 que fue favorecido por una medida de indulto del expedicionario Pablo Morillo. Entonces se dirige a Coro y allá reside por varios años.
Ocupada la provincia de Maracaibo por los patriotas en enero de 1821, Mariano de Talavera y Garcés se traslada a la ciudad del Lago para colaborar con el gobierno republicano. Entonces aprovecha una imprenta que lleva Andrés Roderick desde Angostura hacia Cúcuta para editar el semanario “El Correo Nacional”, primer periódico zuliano (1821-1822) y su sucesor “Concordia del Zulia”.
En 1823 viaja a Bogotá como diputado al Congreso de la Gran Colombia en representación de la Provincia de Coro y al siguiente año, el general Francisco de Paula Santander, vicepresidente encargado de la Presidencia de la República, lo propone para la vacante canonjía magistral de la Catedral de Bogotá.
En 1827 preside la Cámara de Diputados y ese mismo año, el 25 de agosto, el Congreso de Colombia lo postula ante el Vaticano para llenar la vacante episcopal de Guayana que llevaba 12 años sin prelado debido a las vicisitudes de la guerra emancipadora; pero el Papa León XII, en diciembre de 1828, lo preconiza sólo Obispo de Trícala –in partibus infidelium- (como obispo, el título es honorífico) y Vicario Apostólico de Guayana; no obstante, le concede las facultades de los otros obispos de la República. La consagración tiene lugar el 15 de agosto de 1829 en la Catedral de Bogotá en ritual oficiado por el arzobispo Fernando Caicedo Flórez.
Monseñor de Talavera se posesionó de la Diócesis de Guayana el 8 de marzo de 1830, dentro de una atmósfera política nada favorable pues estaba en proceso la separación de Venezuela de la Gran Colombia, la cual quedó definitivamente consolidada el 22 de septiembre de ese año con la Constitución dictada por el Congreso Nacional reunido en Valencia a instancias del general José Antonio Páez, encargado de reorganizar la República.
Esta constitución que ignoraba a la Religión Católica no fue acatada y el episcopado venezolano se negó a jurarla, por lo que fueron expulsados del territorio nacional los prelados Ramón Ignacio Méndez, de Caracas; Buenaventura Arias, de Mérida y Mariano de Talavera y Garcés, de Guayana.
Allanadas las dificultades, el epizcopado retornó a Venezuela en 1832, directamente a Caracas. En esa ocasión, Monseñor de Talavera, reputado de excelente orador desde los mismos tiempos en que Morillo lo puso a predicar sobre el Indulto, pronuncia en la festividad de San Pedro, poco antes de viajar a Guayana, uno de sus mejores discursos.
Monseñor de Talavera regresó a Angostura en medio de la euforia popular y fue recibido por el gobernador Ramón Contasti, respaldado por el caudillo Tomás de Heres, comandante de Armas y héroe de la independencia. Guayana entonces estaba dividida en dos grandes bandos políticos: los liberales connotados como Filántropos, bajo la tutoría de Juan Bautista Dalla Costa, y los conservadores, a quienes los liberales menospreciaban con el cognomento de “Antropófagos”, liderados por el general Tomás de Heres.
Monseñor de Talavera era amigo de Tomás de Heres, acaso por conservador, pues los conservadores eran virtualmente los mejores amigos de la Iglesia, y por esa amistad fue siempre blanco de los ataques del semanario “El Filántropo”. Cuando Heres fue asesinado el 9 de abril de 1842 de un disparo artero desde la ventana de su casa, el prelado se hallaba de visita y prácticamente el cuerpo mortalmente herido del General cayó en sus brazos, a la luz de una lámpara de acetileno que se apagó con el fogonazo. Desde entonces los días resultaron pesarosos para el Obispo de Trícala que terminó renunciado a su permanencia por más tiempo en la Diócesis.
Afortunadamente ya había concluido su principal obra: La Catedral, inconclusa desde la fundación de la ciudad. La terminó de construir el 25 de marzo de 1841, aunque sin torre, con 18 mil pesos que logró recaudar entre los 8 mil habitantes que para ese año tenía Angostura. Asimismo, un Hospicio para damas indigentes.
Aceptada su renuncia, se va a vivir a Caracas, a fines del 42, sin perder el contacto con la comunidad bolivarense, a la que respalda en un movimiento que ya se había puesto de manifiesto con la llegada de Rafael Urdaneta y José Laurencio Silva, dirigido a sustituir el nombre de Angostura por el de Ciudad Bolívar, en homenaje al Libertador, cuyos restos iban a ser trasladados en noviembre de ese año de Santa Marta a Caracas.
Su instalación en la capital metropolitana coincide con la iniciación del período constitucional y el ascenso del general Carlos Soublette a la presidencia de la República. Monseñor de Talavera, entonces, por decisión del Congreso Nacional, pasa a formar parte del Consejo de Estado integrado por cincos miembros. Esa condición la ejerce aun en el período siguiente del general José Tadeo Monagas.
En 1855 funda el semanario “Crónica Eclesiástica” y en sus páginas comienza a escribir la historia de la iglesia en Venezuela. Muere el 23 de diciembre de 1861, a la avanzada edad de 84 años, prácticamente en brazos del Arzobispo Silvestre Guevara y Lira, quien había sido su alumno en Guayana y al que tonsuró y preparó para el sacerdocio.
En los archivos eclesiásticos de Guayana se encuentra esta carta (22 de julio de 1836) de Talavera para el Gobernador de la provincia: “He nombrado Sacristán Mayor al Tonsurado Silvestre Guevara de este Obispado, joven de buenas costumbres, de veinticinco años de edad, y que manifiesta mucha inclinación al estado eclesiástico y aplicación al estudio, vive en mi casa (lo había traído de Chamariapa, hoy Cantaura, tras una visita pastoral) y bajo mi dirección. Desempeñará bien el cargo, se instruirá y preparará para el sacerdocio”.
A raíz de su muerte, los guayaneses le erigieron una Plaza en el área del actual parque Mirador Angostura y en ella con motivo de su primer centenario el 18 de septiembre de 1895, el Gobernador Manuel González Gil le colocó el busto del General Tomás de Heres que hoy se encuentra en la Plaza de su nombre a la entrada del Fuerte Cayaurima. Un busto de Talavera modelado en mármol fue colocado en diciembre de 1931 y que, actualmente, por eliminación de la plaza, se halla en el Paseo Orinoco.
También la docencia, consciente de sus altos valores no sólo como obispo y vicario sino como orador sagrado, catedrático y periodista, ha reclamado su nombre que ostenta un liceo de Upata y un Colegio Universitario, con sede central en Caracas y que ahora se ha extendido hasta Ciudad Guayana.
Américo: recibe un cordial saludo, tengo una pregunta sobre una de las fuentes empleadas en este post:
ResponderEliminarEn los archivos eclesiásticos de Guayana se encuentra esta carta (22 de julio de 1836) de Talavera para el Gobernador de la provincia: “He nombrado Sacristán Mayor al Tonsurado Silvestre Guevara de este Obispado, joven de buenas costumbres, de veinticinco años de edad, y que manifiesta mucha inclinación al estado eclesiástico y aplicación al estudio, vive en mi casa (lo había traído de Chamariapa, hoy Cantaura, tras una visita pastoral) y bajo mi dirección. Desempeñará bien el cargo, se instruirá y preparará para el sacerdocio”.
¿Dónde conseguiste esta carta, por favor? Es para una investigación que estoy haciendo sobre Guevara y Lira.
Muchas gracias,
Esther