jueves, 8 de marzo de 2012

Miguel Antonio Mejía (1923-1947)



            Monseñor Miguel Antonio Mejía, noveno Obispo de la Diócesis de Guayana, nació el Primero de junio de 1877 en el pueblo de Mendoza, Estado Trujillo, hijo de Nicanor Mejía y de Josefina Rumbos. Estudio bachillerato en el Colegio “Sagrado Corazón de Jesús”, de la Grita, y luego en los Seminarios de Mérida y Curazao.
Fue Ordenado Sacerdote el 13 de octubre de 1901 y tres años después recibió en la Universidad de los Andes, el titulo de Doctor de teología. Su destino inmediato como simple pastor de almas es Betijoque y Valera, donde presta servicios como párroco, educador y periodista hasta alcanzar, primero, la condición de Vicario y luego de Obispo.
Fundó en 1905 el Colegio Santo Tomas de Aquino que dirigió durante dieciocho años al igual que las revistas El  Caudillo y El Mensajero Católico.
            La transferencia de Monseñor Sixto Sosa a la diócesis de Cumana produjo un vacío  en la Guayana que el Congreso Nacional se apresuró a llenar el 9 de junio de 1923 designando al prelado trujillano Miguel Antonio Mejía, quien fue preconizado por Su Santidad el Papa Pío XI, diez días después.
            La Consagración de Monseñor Mejía, en la Catedral de Caracas, 21 de octubre del mismo año, estuvo a cargo de Monseñor Felipe Cortesi, quien antes, 17 de diciembre de 1922, se erigió en el Primer Nuncio Apostólico que visitó a Ciudad Bolívar.
            La designación de Monseñor Mejía como Obispo de Guayana, se produjo coincidentemente con la vigencia de la nueva ley de División Territorial Eclesiástica decretada por el Congreso de Republica y la cual disponía que “En los Estados Unidos de Venezuela habrá dos Arquidiócesis, la de Caracas y la de Mérida; y ocho Diócesis, la de Ciudad Bolívar, Calabozo, Barquisimeto, Zulia, Cumaná, Coro, Valencia y San Cristóbal”.
            La Diócesis de Ciudad Bolívar abarcaba los territorios de los Estados Bolívar (sede), Anzoátegui, Monagas y el Territorio Federal Amazonas, excepto la parte comprendida en el Vicariato de la Misión del Caroní.
            La nueva Ley permitía con la creación del Vicariato Apostólico del Caroní, reestablecer después de un siglo, las Misiones Capuchinas Catalanas. Se destinó Upata como sede que en junio de 1924 ocupó con toda la ceremonia de ley, el reverendo Fray Diego Alonso Nistal, Obispo in Partí bus de Dorilea.
            Sixto Sosa permaneció al frente de la Diócesis del Estado Bolívar hasta el 17 de agosto de 1923 y dejo el capitulo de la Catedral integrado por el Pbro. Crisanto D. Alvis; Lectoral, Pbro. Francisco Rodríguez Fuentes; Doctoral, Pbro. Juan Canellas y Penitenciario, Pbro. Mariano Lamar Troncoso.
            Luego de su consagración en Caracas, Monseñor Miguel Antonio Mejía envió a Guayana su primera Carta Pastoral dirigida al Clero y a los fieles. Designo  al Deán Adrián María Gómez, Vicario General y Procurador para que en su nombre se posesione de la Diócesis.
            Tres meses antes de posesionarse el Vicario  Apostólico de la Misión del Caroni, lo hizo – 14 de marzo de 1924 – Monseñor Miguel Antonio Mejía, siendo recibido por el entonces Presidente del Estado, General Silverio González, quien recién sustituía a su homólogo Vicencio Pérez Soto.
            El Prelado hace su entrada acompañado de sus paisanos presbíteros doctor Dámaso Cardoso y Rafael María Villasmil. Al primero lo nombra Cura del Sagrario de la Catedral y el segundo Cura de la Iglesia de Santa Ana.
            Luego de un solemne recibimiento tributado por el Capítulo de la  Catedral, Gobierno del Estado, Clero, agrupaciones religiosas y feligresía en general, oficia su primera misa pontificia en la sede de esta Diócesis que con la nueva ley había sido desmembrada de Sucre y Nueva Esparta para la creación de la Diócesis de Cumana como de la parte oriental del Caroni donde se reestablecían las Misiones.
            Las cuantía clerical resultaba desalentadora para el flamante  gobierno episcopal, pues apenas había tres sacerdotes administrando 27 parroquias, así: 12 el párroco de Pariaguán; 8 el párroco de Barcelona y 7 el de Cantaura. Vacantes estaban las siete parroquias de los Distritos Sucre y Cedeño del Estado Bolívar y las 3 del Distrito Sotillo de Monagas.
            Para Monseñor Mejía era muy importante que la iglesia contara con un medio de divulgación, especialmente en la Diócesis de Bolívar, donde había una veintena de periódicos y revistas, entre ellos, los diarios El Luchador y el Correo de Guayana, la Gaceta Municipal (semanal), La Voz del Orinoco (quincenal) Labor y Confraternidad (mensual), Astrea (mensual) Hispania (mensual) Gaceta Médica (mensual) Asilo de la Paz (mensual) El Loro (semanal), El Pueblo (decenario), Caridad (ocasional) El Trueno, La Campana. Todos en Ciudad Bolívar, mientras en El Callao circulaba El Molino; El Yuruari, en Guasipati y El Alba de Anita Acevedo Castro, en Upata. De manera que Monseñor Mejia instruyó  a Dámaso Cardozo y Rafael Maria Villasmil para poner a circular pronto un semanario que sirviese de órgano oficial de la Iglesia Católica. Entonces apareció “La Nave” que fue sustituida el 5 de septiembre de 1925 por la “Gaceta Eclesiástica”.
            La “Gaceta Eclesiástica” circulaba los sábados en formato 31x22, 8 páginas y con el lema “Órgano de los intereses religiosos de Guayana”, bajo la dirección y redacción de Dámaso Cardozo y Rafael María Villasmil, quien también dirigía el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, que dependía de la Diócesis y tenía cupo sólo para niños.
            1925 fue un año de intensa actividad para el Obispo, quien además de fundar la Gaceta y un Colegio, fundó el Seminario Cristo Rey, decretó la colocación de una imagen en mármol de N. S. de Lourdes, en la Cueva del Guácharo y realizó una visita pastoral por todas y cada una de las Parroquias de su jurisdicción, comenzando por Aguasay y Soledad, donde almorzó frijoles sancochados con carne salada y casabe, en un plato sin cubierto y sobre una caja rota. Manifestación esta de humildad del Prelado que se preparaba espiritualmente para recibir el homenaje que se le organizaba para el 13 de octubre de 1926 con motivo de sus 25 años de ordenación sacerdotal (Bodas de Plata).
            El Seminario Diocesano decretado sacerdotal por Monseñor Mejía no pudo instalarse sino el 21 de enero de 1930. Se recuerda que el primer Obispo de Guayana, Francisco de Ibarra, se propuso desde 1793 crear un Seminario en Angostura, propósito que materializaron otros Prelados, pero ocasionalmente, a causa del inconveniente de la pobreza de la Diócesis, la escasez de sacerdotes y vicisitudes vinculadas a la lucha por el poder.
            En diciembre de 1931, por gestión de Monseñor fue inaugurado en la Plaza de su nombre (Mirador Angostura) un busto de Mariano Talavera y Garcés, quien arbitró esfuerzos y recursos para concluir los trabajos de edificación de la Iglesia Catedral (25 de marzo de 1841) que demoraban desde la misma fecha de fundación o traslado de la ciudad. Al cumplirse el centenario, la Diócesis programó para celebrar el acontecimiento (1941), la creación del Orfanato Bolívar que todavía pervive en manos de las Hermanas Lourditas. Entonces el Orfanato funcionaba en la Casa San Isidro hasta que en los cincuenta se le construyó sede propia. Asimismo la creación del Museo Talavera, bajo la dirección del doctor José Gabriel Machado, distinguido jurisconsulto, activo feligrés y director entonces de la revista “El Faro de Angostura”
            Según refiere Luz Machado, hija del director fundador del Museo, este fue creado conforme Carta Pastoral del 14 de agosto de 1941 para honrar la memoria del Prelado Mariano Talavera y Garcés, prócer  de la Independencia, orador sagrado de Colombia e iniciador de la erección de la estatua de Bolívar en la Ciudad de su nombre.
            El Museo que nadie sabe ahora qué se hizo o qué se destino le dio la incuria oficial  o ¿la propia Iglesia?, funcionaba en una sala adjunta a dependencias de la curia catedralicia, en la calle Igualdad. “Reunía piezas de diverso valor arqueológico, artístico, cultural (...), desde el icono de barro de determinada cultura venezolana, hasta la moneda extranjera, que enviara algún representante diplomático. Desde la raíz de extraña formación hasta la talla colonial donada por algún contribuyente. Desde la piedra de las primeras excavaciones del cerro Bolívar, hasta un viejo revolver que permanecía al General Farreras. Desde el Cristo de Plata de la época de la Colonia, usado para acompañar el rito cristiano antes del fusilamiento del rebelde y egregio Manuel Piar, hasta la bañera que usaba Juan Bautista Dalla-Costa”.
            El 21 de abril de 1936 falleció el Vicario y Deán de la Catedral, Pbro. Dr. Adrián María Gómez, nativo de Zaraza y quien realizó toda su vida sacerdotal en Ciudad Bolívar desde que se recibió primero de Bachiller y luego de Doctor en Ciencias Eclesiásticas (1893) en el Colegio Federal de Guayana. Su lugar fue ocupado por Monseñor Dámaso Cardozo, quien debió dejar la dirección de la Gaceta Eclesiástica en manos del Pbro. Rafael María Villasmil.
            Por cierto que la designación del Monseñor Cardozo como provisor y Vicario General de la Diócesis, fue protestada en un editorial por el diario El Luchador debido a que “El Dr. Cardozo fue juzgado por un Tribunal de Bolívar y detenido en la Cárcel Publica, de donde salió sin cumplir condena por orden del Ministro de Relaciones Interiores”.
            En verdad, Monseñor Cardozo recibió auto de detención por haber sacado a empujones durante la procesión del Hábeas Christi a un distinguido ciudadano de la capital que paso con el sombrero calado, sin hacer la venia religiosa de estilo.
            Las convenciones católicas y sociales de entonces eran muy estrictas, hasta el punto de que la Municipalidad tenia “Prohibido, a partir de las seis de la tarde circular en camisa, guardacamisa o en cualquier otra vestimenta impropia del buen vestir”. Los infractores eran multados o arrestados.
            Por decreto del 23 de abril de 1938 fue creada la Sociedad Bolivariana en el Estado Bolívar y Monseñor Mejía fue designado para presidirla. En 1944  -15 de mayo- la Iglesia se fortalece con una emisora: “LA voz de Guayana”, dirigida por Monseñor Dámaso Cardozo y el Pbro. José Ignacio Rincón, como técnico. Al año siguiente el Presidente del Estado, Mario Briceño Iragorri, decreta la Sociedad Amigos de la Cultura de Guayana y designa al obispo de la Diócesis para presidirla. Su primer acto como tal fue prohibir la lectura del libro “Futurismo” de José Méndez Aponte, por considerarlo ofensivo a la moral y ridiculizar al sacerdocio. Se prohíbe bajo la pena de pecado mortal para los infractores. Fue su último acto importante y de paso muy controversial, pues fallecerá el 8 de octubre de 1947

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