miércoles, 29 de febrero de 2012

Tomás Márquez Gómez


            El 25 de junio de 1963, Monseñor Tomás Márquez Gómez fue nombrado Obispo Titular de Tapso, y Auxiliar de Ciudad Bolívar, nombramiento que no se hizo público por la muerte del Romano Pontífice Juan XXIII. Como primicia de su pontificado el Papa Pablo VI hizo efectivo este nombramiento a los pocos días de su elección.
            Su consagración la recibió en la Iglesia Parroquial de Santa Ana en Margarita, de las manos de Mons. José Bernal Ortiz, Arzobispo de Ciudad Bolívar, asistido de Mons. Críspulo Benítez Fonturvel, Obispo de Barquisimeto y Crisanto Mata Cova Obispo de Cumaná.
            Paso tres años en Ciudad Bolívar; primero como auxiliar de la Arquidiócesis y, luego como administrador apostólico, sede vacante por el traslado de Mons. Juan José Bernal a la entonces recién creada Diócesis de Los Teques.
            Su gestión apostólica concluyó en Bolívar el 7 de diciembre de 1966, cuando la Santa Sede nombro al doctor. Tomás Márquez Gómez, Primer Obispo de la Diócesis de San Felipe (Yaracuy).
            Monseñor Tomás Márquez Gómez nació el 15 de julio de 1915, en la histórica villa de Santa Ana del Norte, población de la Isla de Margarita. Fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1940 por el Obispo Sixto Sosa, en la Iglesia de Santa Inés de Cumaná entonces Catedral Provisional. En la misma ceremonia recibió el Sacramento del Orden, el Diácono Antonio José Ramírez Salavarría quien llegaría a ser Primer Obispo de Maturín. Comenzó su sacerdocio en Guiria y en 1943 fue trasladado a la Parroquia de Juangriego y al ser nombrado Mons. Crisanto Mata Cova, Obispo de la Diócesis de Cumaná, el Padre Márquez fue trasladado a Carúpano, donde realizó una excelente labor y logró por primera vez sacar a la Virgen del Valle de Margarita para que visitara su  parroquia. En 1960 fue titulado Camarero Secreto de Su Santidad hasta 1963 que recibió el nombramiento de Obispo Titular de Tapso, y Auxiliar de Ciudad Bolívar, donde permaneció durante tres años, primero como Auxiliar de la Arquidiócesis y, luego, como Administrador Apostólico, sede vacante.

           

Constantino Maradei Donato

             Monseñor Constantino Maradei Donato, desempeñó la Vicaría General de la Diócesis de Guayana durante la gestión de Monseñor Juan José Bernal Ortiz (1949-1966).
            Hijo de Domingo Maradei, en segundas nupcias con Lucia Donato Decális, ambos de Italia, radicados en tierra del Orinoco en 1906, nació en Ciudad Bolívar el 9 de diciembre de 1915.
            Se inició como sacerdote en la Parroquia de Cantaura. Después de allí fue organista y Maestro de Capilla de la Catedral de Ciudad Bolívar, Párroco de Soledad, Cura y Vicario de la Parroquia de San Simón en Maturín, Secretario de Cámara y Gobierno bajo el obispado de Monseñor Miguel Antonio Mejía. Delegado del Excmo. Administrador Apostólico Monseñor Críspulo Benitez Fontúrvel, Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, Vicario General y  Deán del Capítulo Metropolitano, Prelado Domésico de Su Santidad, Miembro fundador y Presidente de la Liga Antituberculosa de Ciudad Bolívar, Director de la Gaceta Eclesiástica, Cronista de Ciudad Bolívar, Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia por el Estado Bolívar en 1963, docente durante 23 años consecutivos del Liceo Peñalver.
            El 29 de agosto de 1965 fue consagrado Obispo de la petrolera ciudad de Cabimas, donde permaneció durante cuatro años. Luego pasó a la Diócesis de Barcelona y tras 22 años de servicio pastoral aquí fue jubilado dado su avanzada edad. Falleció en Caracas el 9 de enero de 1992, a la edad de 77 años y sus restos trasladados para su inhumación en la Catedral de Barcelona. Antes de su fallecimiento había sido objeto de un cálido homenaje del pueblo de Ciudad Bolívar. En esa ocasión el Gobernador Andrés Velásquez le impuso la Orden Congreso de Angostura y fue declarado Hijo Ilustre de Ciudad Bolívar por el Concejo Municipal de Heres.

César Ortega Herrera


El Pbro. César Ortega Herrera siguió como Vicario General de la Diócesis de Guayana durante el arzobispado de Monseñor Crisanto Mata Cova.
Y siendo Vicario de la Arquidiócesis y Párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Coromoto, recibió la buena nueva de su elevación como Obispo de la Diócesis de Margarita.
Nacido en la población de Salom, Estado Yaracuy el 16 de julio de 1938, Monseñor César Ramón Ortega  Herrera se desempeñó como sacerdote de Ciudad Bolívar desde 1963 y durante 20 años  que duró su gestión, ocupó importantes cargos pastorales, docentes, fue canónigo doctoral de la Catedral bolivarense y a lo largo de nueve años  Vicario General de la arquidiócesis de Ciudad Bolívar hasta 1983 cuando fue destinado a regir la diócesis de Margarita.
Inicialmente fue nombrado Administrador Apostólico "sede vacante" de Barcelona, y finalmente el papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Residencial de Barcelona en 1998, y a su vez, Administrador Apostólico de Margarita, mientras nombraban a su sucesor.
Recibió la consagración episcopal en acto litúrgico cumplido en la Catedral de Ciudad Bolívar el 28 de octubre de 1983, bajo la preeminencia del arzobispo  Crisanto Mata Cova y los prelados Críspulo Benítez, Roa Pérez Henriquez, Tulio Manuel Chirivela, Antonio José Ramírez, Mariano Parra León, Angel Polachini, Marcial Ramírez Ponce, George Panikulem, Francisco de Guruceaga, Mariano Gutiérrez, Robeo Dávila, Alfredo Rodríguez, Helimenas Rojo, José de Jesús Núñez Viloria, Nelson Martínez, Baltazar Porras y el Reverendo Padre Avelino Peña, de Margarita.

martes, 28 de febrero de 2012

MONSEÑOR SAMUEL PINTO GÓMEZ

            Antes de la edad prevista pues apenas tenía 24 años, por lo que debió gestionar dispensa de la Santa Sede, se recibió de sacerdote – 21 de diciembre de 1947- en la iglesia de la Universidad Pontificia. El único ordenado, tan sólo varios Diáconos de compañía, y con todos los méritos, incluso el de haber socorrido en el Seminario a muchos moribundos y heridos durante la Guerra civil española (1936-1939).
            En 1951, cuando se hallaba como pichón de párroco en Los Picos de Europa, uno de los rincones turísticos más bellos, decidió a instancias de Monseñor Gómez Villa y no obstante lo bien que se hallaba en aquel augusto paraje, correr la suerte de un país -Venezuela- del que poco conocía y del que llegó a conocer demasiado desde lo más profundo de Guayana, donde se internó un mes de marzo como párroco de Tumeremo, entonces los caminos eran de tierra y de bestias.
            Por esa vía se hizo pastor de los pueblos que se extienden más al Sur de Guasipati y el Callao, incluyendo las Colonias Móviles de El Dorado, en donde ejerció la capellanía y aprendió muchas lecciones que le sirvieron de base para actitudes posteriores dentro de la Iglesia. De tal manera que su primera catequesis la recibió en Guayana, pero bien hundido, porque para aquella fecha (1952) nadie había llegado hasta el Dorado en condiciones de atender espiritualmente a los desadaptados de la sociedad.
            Pasada su prueba de fuego en el Sur, el obispo Juan José Bernal Ortiz, lo reclamó para que trabajara a su lado en Ciudad Bolívar y así ocurrió durante 14 años, tiempo durante el cual fue testigo activo de situaciones muy interesantes que transformaron canónicamente la Diócesis de Santo Tomás de Guayana, como se llamó hasta 1953 cuando pasó a llamarse Diócesis de Ciudad Bolívar y finalmente Arquidiócesis, en 1958.
            Guayana abarcaba todo el Estado Anzoátegui y Monagas, lo que suponía, en su caso y por ser el sacerdote más joven de la curia, tener que desplazarse frecuentemente de un lugar a otro cubriendo todos los rincones de esas entidades federales, para asuntos meramente eclesiásticos. Afortunadamente, por decreto consistorial del 53, fue creada la Diócesis de Barcelona y en julio de 1958, elevada a la jerarquía de Arquidiócesis la Diócesis de Ciudad Bolívar y a la categoría de Diócesis la Iglesia de Maturín, desmembraciones éstas que dieron lugar a un reacomodo jurisdiccional que se traduciría en gestiones más fluidas, prácticas y efectivas. Y así continuaba Monseñor Samuel Pinto Gómez acumulando vivencias y experiencias profundas que aprovechaba como sostén en su vida sacerdotal para ciertas determinaciones y posiciones dentro de la Iglesia de Guayana.
            En los primeros diez años de vida sacerdotal –1957-1967- vivió en carne propia,  como sacerdote de la curia bolivarense, acontecimientos como el concilio Vaticano II en 1962, en cuya apertura se vio entre 2.500 obispos, asistiendo en calidad de Secretario al Arzobispo Monseñor Juan José Bernal Ortiz como a Monseñor Gómez Villa, Vicario Apostólico del Caroní.
            La feliz coyuntura o privilegio que tanto lo colmó, sirvió para que desde Roma, el Pbro. Samuel Pinto Gómez pudiera llenar su deseo de visitar la mayor parte de Europa. Gran impresión le produjo entonces cómo grandes ciudades, especialmente de Alemania, desbastadas por el incesante bombardeo de la Segunda Guerra Mundial, pudieron superar su trauma y borrar materialmente todo vestigio de la conflagración.
            Cuando regresó se reintegró a su actividad normal, incluida la educación que le agradaba y ejercía con fervor porque le parecía productiva y estimulante su presencia en el Liceo para la formación integral de los cientos de alumnos que pasaron por sus manos, entre ellos, personajes importantes de la vida pública regional y nacional.
            Vivió y escribió el hecho de la firma por el Presidente Raúl Leoni y el Canciller Marcos Falcón Briceño, del Modus Vivendi que rige las relaciones entre el Gobierno de Venezuela y el Vaticano. Aceptó servir por una temporada de dos meses en el Asilo de Ancianos San Vicente de Paúl, que se transformaron en 22 años de labor ininterrumpida, una gran lección de vida, agradable y trágica también por aquellas familias que buscaban para encerrar a sus ancianos porque a pesar de quererlos mucho, estorbaban en sus casas.
            En 1986 hubo de despedir a Monseñor Juan José Bernal Ortiz al Arzobispado de Los Teques y saludar la presencia de Monseñor Crisanto Mata Cova como Segundo Arzobispo de Ciudad Bolívar (1996-1986). El que se iba y quien llegaba eran prelados con distintos estilos de trabajo. Monseñor Bernal, el hombre de escritorio, de pensamiento profundo, de estar horas y horas leyendo en ese viejo Palacio por donde pasaron tantos Obispos, y Monseñor Mata, hombre de acción en los barrios, caseríos, que no paraba y establecía misiones lejos, entre las diversas comunidades indígenas.
            Y así transcurrieron sus primeros diez años de su vida sacerdotal en Ciudad Bolívar, que fue de asentamiento definitivo de la Arquidiócesis y de allí en adelante con el trabajo de Monseñor Mata Cova, bastante fructífero, especialmente en la floreciente Ciudad Guayana. Si bien el territorio se acortó, aumentan las parroquias y aumentó el número de sacerdotes.
            En tiempos del Arzobispo Mata Cova resalta la reconstrucción y restauración de la Catedral, utilizando entonces en su lugar la vieja Iglesia de las Siervas. Estas se ausentaron del Casco Histórico para irse a las afueras donde ahora el ruido de las gandolas no les permite orar. En aras de la tradición era importante permanecer en esa antigua capilla de estilo gótico, no sólo por lo apacible y la tradición misma, sino también por lo que significa la Iglesia de la calle El Rosario como punto de referencia religiosa del centro, en tornó a la cual se desenvolvió la ciudad durante muchos años. En ella Monseñor Maradei se inició de monaguillo al igual que a Monseñor Lizardi.
            En septiembre de 1977, Monseñor Pinto que era Deán o cabeza del cabildo de la Catedral, nombrado desde 1936 por el Papa Juan XXIII, estaba de lleno dedicado a sus clases en el Liceo cuando el Arzobispo Crisanto Mata Cova lo llamó requiriéndolo para que le resolviera el problema de la Catedral que se hallaba sin pastor. Luego de pensarlo bien durante 48 horas, aceptó ser párroco por tres meses que se alargaron pasando los 20 años.
            Hasta 1979, la Arquidiócesis tuvo jurisdicción sobre todo el Estado, pues ese año volvió a ser reducida. Por la necesidad de atender de manera más eficaz a la feligresía, Su Santidad Juan Pablo II creó la Diócesis de Ciudad Guayana, correspondiendo el primer gobierno eclesiástico a Monseñor Medardo Luzardo Romero. Posteriormente la Diócesis fue ampliada a El Callao, Piar, Roscio y Sifontes.
            También correspondió a Monseñor Luzardo, junto al Arzobispo Crisanto Mata Cova, ser anfitrión de la primera visita de un Pontífice a Guayana. Juan Pablo II, el Papa Peregrino, visitó Guayana el 29 de enero de 1985 y ofició una misa en Alta Vista de Puerto Ordaz. Monseñor Pinto tuvo posteriormente el privilegio personal de volverlo a ver en una entrevista que el Papa le concedió en el propio Vaticano.
            Cuando el Arzobispo Crisanto Mata Cova solicitó al Vaticano su renuncia por cansancio y salud quebrantada, pues todavía no había cumplido la edad reglamentaria (75 años), la Santa Sede la aceptó y nombró tercer Arzobispo al actual, Monseñor Medardo Luzardo Romero.
            Apenas llegó a la ciudad, se le presentó a Monseñor Pinto en la Catedral y su conversación, acaso porque estaba ante el sacerdote más antiguo de la curia, se hacía larga hasta que de pronto sacó de su sotana un sobre y le dijo: “Monseñor, he decidido designarlo Vicario General de la Arquidiócesis”.
            Monseñor Pinto, un tanto incrédulo o sorprendido, respondió que Vicario General y Párroco de Catedral al mismo tiempo es un ejercicio jurídicamente incompatible. Pero el Arzobispo insistió y Monseñor Pinto tuvo que aceptar. Se enorgullecía de su obediencia y disciplina y de no haber tenido problemas con sacerdote alguno y menos con prelados de mayor rango. Era evidente su concepto de la jerarquía y aceptó la responsabilidad, no por su clase de dignidad, sino simplemente porque lo apreciaba como un puesto más de servicio y un compromiso mayor con la Iglesia de Guayana.
            Con motivo de sus cincuenta años de vida sacerdotal en 1997, me tocó entrevistar para la prensa a Monseñor Pinto y en esa ocasión se manifestó complacido de lo completamente organizada que estaba la Arquidiócesis y afirmaba que en ello tenía mucho que ver la capacidad intelectual de Monseñor Luzardo, quien sentado en su escritorio, frente a la computadora, sabía manejar todos los aspectos, todos los asuntos que conlleva la administración general de la Arquidiócesis que, aun siendo pequeña en personal, no deja de ser extensa y con numerosos problemas. Basta con señalar –decía- que tiene centros misionales muy alejados de la ciudad, donde es difícil llegar por lo costoso del transporte. La Arquidiócesis atiende pueblos y municipios que se extienden la parte Sur-Occidental del Estado Bolívar, donde está Cedeño con cabecera en Caicara, provisto de un territorio inmenso, asistido por tres sacerdotes que se desenvuelven extraordinariamente bien.
            Monseñor Pinto conoció la Arquidiócesis cuando sólo había 2 parroquias: Catedral y Santa Ana. Ahora tiene once y no sólo las parroquias en sí, sino los párrocos y diversas instituciones y grupos de religiosas: dominicas, lourdistas, siervas, franciscanas, pastoras y Fe y Alegría, entre otros.
            Esto, a pesar de sus detractores, porque la Iglesia Católica tiene muchos detractores que hasta cierto punto se considera como normal en un mundo tan pluralista como el que estamos viviendo, pero hoy tiene 900 millones de creyentes que luchan, trabajan y se extienden por todo el planeta.
            La Iglesia en Guayana ocupa un espacio que generosamente le han dado los fieles como retribución al mensaje de amistad, de solidaridad y comprensión que le ofrece dentro de esa característica participativa denotada no por quienes suben al púlpito a amenazar y condenar sino, al contrario, por su reconfortante mensaje de equilibrio espiritual.
            La Arquidiócesis, en fin, funciona muy bien y Monseñor Samuel Pinto Gómez la vio nacer, crecer, multiplicarse y extenderse. Cuando cumplió sus 50 años de sacerdote dijo que la palabra de Cristo a San Pedro: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” seguía vigente al igual que vigente “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.       
            Monseñor Pinto falleció el martes 20 de abril de 2010 y sus restos inhumados en la nave izquierda de la Catedral a la que sirvió como sacerdote y Vicario durante 59 años.


Hernán Bastidas

  Desde este lunes 18 de abril de 2011, la feligresía bolivarense cuenta con un nuevo vicario general. El presbítero Hermes Bastidas, quien  tomó  juramento de fidelidad a la Iglesia y profesión de fe de manos del Arzobispo de la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar, Monseñor Medardo Luis Luzardo.
 Bastidas vino a ocupar el vacío que dejara Monseñor Samuel Pinto Gómez, fallecido el 20 de abril del 2010, y quien cumplió funciones propias a este cargo por espacio de 24 años.
 El acto se efectuó al término de la eucaristía crismal, que forma parte de los actos religiosos propios de la Semana Santa, donde se bendice y consagra los santos óleos para ser administrados en todas las parroquias de la Arquidiócesis. Además, en esta celebración todos los clérigos renuevan sus promesas sacerdotales. 
 Monseñor se mostró complacido de la nueva designación, al tiempo que recordó a quien por varios años lo acompañó en la vicaría general, Monseñor Samuel Pinto. Sin embargo, señaló que era el momento de tener un nuevo vicario general y quien mejor que Hermes Bastidas, que ha mostrado tener las virtudes y cualidades necesarias para desempeñar ese cargo eclesiástico para el servicio de la Arquidiócesis.
 La máxima autoridad de la iglesia en esta entidad recordó que el vicario general cumple funciones en el Consejo Pastoral y tiene autoridad al igual que el Arzobispo que lo designó, exceptuando otorgar el sacramento del sacerdocio. “El vicario general representa al Obispo en cualquier comunidad en particular cuando éste esté ausente”, señaló.
 Está convencido que el dinamismo, capacidad juvenil y preparación del presbítero Hermes Bastidas traerá grandes beneficios para la comunidad cristiana de esta ciudad.
 El nuevo vicario general, natural de la población el Santa Rosalía, municipio Cedeño, y párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús reafirmó su devoción cristiana al servicio del sacerdocio, y afirmó que sin duda es irrepetible el legado dejado por Monseñor Pinto, sin embargo, no dejará de seguir sus enseñanzas que “eran todo un baluarte para esta ciudad”.
 El Arzobispo Medardo Luzardo espera por su retiro, a los 76 años, y presentará su renuncia ante el papa Benedicto XVI, quien debe designar un nuevo Arzobispo para Ciudad Bolívar.
 En los próximos meses se espera que esto pueda producirse. Monseñor explicó que este retiro obligado está fundamentado en el hecho que ya los años van minando la capacidad física y fuerza para cumplir una tarea pastoral de mucho trajinar.

PATRONOS Y PATRONAS


CAPITULO OCTAVO

Los pueblos del Estado Bolívar fueron erigidos desde su origen bajo la advocación de un santo patrón en razón de la tradición cristiana que tiempos atrás siempre fue más importante que los desaforados epónimos de nuestros días.

            El primer patrono de Guayana o de su Capital fue y lo sigue siendo Santo Tomás.  Lo adoptó el fundador don Antonio de Berrío porque el 21 de diciembre de 1595, cuando comenzó la fundación de  la ciudad cabecera de la provincia, coincide con el día que el santoral de la Iglesia Católica dedica a la veneración y fiesta de ese santo propagador de la religión de Cristo.  Por esa circunstancia onomástica y especial, la Capital de Guayana fue erigida y registrada oficialmente con el nombre de Santo Tomás de la Guayana.
            La imagen del santo patrón aún se conserva y se puede apreciar en el altar de la nave izquierda de la Catedral.  Otra imagen, pero  de mármol y con una expresión diferente, se halla en el altozano de la misma iglesia.  Empero, no debe confundirse con Santo Tomás de Aquino, el teólogo italiano.  El de Guayana es Santo Tomás el Apóstol, representado con una lanza y el hacha.  En el arte cristiano los santos son representados con un emblema que simboliza su abnegada existencia o el martirio que sufrieron en la predicación del Evangelio y en defensa de la verdad eterna.
            Como bien sabemos, Santo Tomás, fue uno de los doce discípulos elegidos por Jesucristo para difundir su doctrina.  Fue el único que no vio a Jesús inmediatamente después de la Resurrección, por incrédulo.  “Si no pongo mis dedos en el sitio de sus llagas no creeré” y a los ocho días se le apareció Cristo junto a los demás y le dijo:  “Tiende tu mano y no seas incrédulo.  Dichosos los que sin ver creyeron”.  Las escrituras guardan silencio sobre su vida posterior.  La tradición afirma que llegó hasta la India y fue martirizado cerca de Madrás, donde se alza un monte que lleva su nombre.
            La Capital del Estado quizás sea la única ciudad  de Venezuela con dos patronos:  Santo Tomás y Nuestra Señora de las Nieves, pero son las fiestas patronales de Nuestra Señora de las Nieves las celebradas con procesión y gran fervor religioso.  Ocurre el 5 de agosto de cada año porque fue ese día y mes de del año 360 cuando la virgen apareció en  una de las siete colinas de Roma, específicamente en el Monte Esquilino, entonces  inusualmente cubierto de nieve.  Su visión fue tomada como un milagro a los consortes romanos Juan Patricio y Licina Ignavia, aparentemente estériles, y quienes pedían  el bien piadoso de un sucesor o heredero de sus bienes.  La aparición coincidió con la gestación de un hermoso niño que los hizo muy felices y más fervientes cristianos hasta el punto de levantarle una basílica a la virgen en el lugar de su aparición.
            La devoción por ella se extendió por todo el mundo católico cuando decaía el imperio romano y con los colonizadores españoles llegó a Guayana en 1597 tras el fracaso de una expedición de 300 doradistas de los que sólo sobrevivieron 30 llegados a Santo Tomas de la Guayana  rezando un novenario que culminó el 5 de agosto, día de la virgen.  De aquí comenzó la devoción que la convirtió en patrona de los bolivarenses a despecho de Santo Tomás y a despecho también del clima tan diferente al del Montes Esquilino y del Pico Espejo de los Andes donde en 1965 se le erigió un monumento, hoy  por hoy,  el más elevado  del mundo (4.765 msnm) concebido para honrar a un virgen.
            Puerto Ordaz, transformada hoy junto con San Félix en la moderna Ciudad Guayana es de fundación reciente y por ello no lleva el nombre de un miembro del santoral.  Pero tiene una patrona de origen portuguesa.  Tal Nuestra Señora de Fátima entronizada por el Obispo de la Diócesis de Guayana, Monseñor Juan José Bernal Ortiz, en 1957 mientras que el santo patrono de San Félix no es San Félix sino la Inmaculada Concepción dado su vecindad con la Misión de la Purísima Concepción de Nuestra Señora del Caroní fundada en 1724.  Esta virgen, tallada en madera, fue rescatada y restaurada por Monseñor Francisco Javier Zabaleta, párroco de San Félix durante 33 años, y como nota curiosa, según la promotora cultural Milagros Figueroa,  sería ésta la única imagen de la Virgen que se cubre con un atuendo algo escotado. 
            Nuestra Señora de Fátima es una virgen que en 1917 se apareció a tres niños pastores en la aldea portuguesa Fátima a unos 100 kilómetros de Lisboa.  Por antonomasia es la virgen de Portugal y sus festividades tienen lugar el 13 de mayo, mientras que la Inmaculada Concepción se realizan el 8 de diciembre.  Esta virgen ha sido adoptada también por el Obispo Ubaldo Santana Sequeda como patrona de la Diócesis de Ciudad Guayana mientras que la patrona de la arquidiócesis de Ciudad Bolívar es la virgen del Valle desde el 27 de abril de 1921 cuando así fue acordado por sufragio unánime del clero de fieles cristianos bajo los auspicios de entonces Obispo Monseñor Sixto Sosa.
            A Ciudad Piar, cuya fundación  fue simultánea a la de Puerto Ordaz,  Monseñor Bernal le asignó a San Cristóbal, patrón al que autoridades fundadoras se encomendaron para poder vadear tras larga espera un riachuelo de aguas desbordadas. Sin embargo,  San Cristóbal, cuyo emblema es un niño a la espalda pasando un río,  no figura en el candelario católico que entró en vigencia en enero de 1970, aunque su veneración sigue siendo permitida al igual que Santa Bárbara.  Sus fiestas se celebran el 25 de julio en tanto que las de Santa Bárbara, patrona de Las Bonitas se realizan el 3 de diciembre. 
            La Inmaculada Concepción, patrona de la Diócesis de Ciudad Guayana, ha sido extendida como patrona de Borbón y la Mata de Tapaquire.  Asimismo Nuestra Señora de Fátima, Patrona de Puerto Ordaz, lo es  del Caserío La Esperanza.
            Upata continúa conservando y venerando su imagen patronímica, es decir, la de San Antonio de Padua con el niño Jesús en el brazo derecho y con un pan y un ramo de azucena en el izquierdo, desde la fecha de su fundación (7 de julio de 1762), pero sus fiestas se celebran el 13 de junio.  Por tradición es el santo de las solteronas deseosas de matrimonio.  Existe una leyenda según la cual en 1914, cuando el guerrillero Angelito Lanz tomó a Upata alzado contra el dictador Juan Vicente Gómez, estableció por la noche una contraseña que no fue acatada por un hombre a caballo, en vista de lo cual los soldados le dispararon cuando a todo galope  penetraba en la Iglesia.  Al día siguiente, cuando fueron a ver, no apareció  ni el caballo ni el jinete.  Alejo Lanz, quien recoge la leyenda, dice que ese día amanecieron dos novedades en el pueblo: la primera, que una de las cacimbas que hoyaron debajo de una piedra en la “Entrada de Borbón” provocaron un chorro de agua copioso y límpido como milagro para calmar la sed de los habitantes debido a una terrible sequía; la otra, que el hábito de San Antonio de Padua amaneció perforado por un disparo de fusil.  La Entrada de Borbón ha perdido su nombre.  Ahora se llama “El paso de San Antonio”.
            En Ciudad Bolívar, hasta la mitad del siglo pasado, fue notable el culto a San Antonio de Padua, imagen que tenía un Oratorio, convertido después en la Sacristía de la Catedral.  Desapareció el Oratorio y también el nombre del Paseo que hoy lleva el de Avenida Sucre.
            El Palmar, antiguo municipio foráneo de Upata,  fue fundado  en 1746 bajo la advocación de San Miguel Arcángel.  Se considera la imagen de este santo patrón como la de mayor talla conocida  y la cual exhibe como emblema una  espada, la que de acuerdo con las sagradas escrituras habría esgrimido contra Lucifer, el ángel más bello, pero también el mas perverso del coro celestial. Existe una leyenda un poco cómica contada por  Celestino Peraza en su libro Leyendas del Caroní, según la cual el pánico que durante un sermón cundió entre feligreses devotos a causa de un estallido enjambre de avispas, produjo la caída de la imagen y junto con ella la de una botija bajo su capa repleta de morocotas que rodaron por el piso trastocando las punzadas dolorosas del insecto en una euforia milagrosa.
            El Manteco, adoptó como patrono a San Buenaventura de Guri, luego que el represamiento de las aguas del Caroní para dar paso a la Planta Hidroeléctrica, sepultó al antiguo poblado de origen misional.  Sus fiestas tienen lugar el 14 de julio.
            La Virgen de Nuestra Señora del Rosario es la patrona de Guasipati desde el 27 de septiembre de 1757 que fue fundada por el fraile Francisco de Orgaña.  La procesión de esta virgen el 7 de octubre  solía hacerse con música de cuerda, específicamente guitarras, rasgueada por mujeres, entre ella la maestra Blanca Sosa cuyo nombre lleva la escuela de Las Moreas.
            Muy cerca de Guasipati estaba la Capilla de la Divina Pastora donde se hallaban también las imágenes coloniales de San Juan y el Crucificado que junto con la de la Divina Pastora fueron retiradas de allí y llevadas a una capilla del hato de Camature, mientras la de San Dionisio fue reubicada en Ciudad Guayana.  La imagen patrona de San Miguel de Carapo, así como un órgano, desaparecieron del lugar y se cree se la llevaron los misioneros para una capilla del Este de Caracas.
            Pero de todos es la Virgen del Carmen la que más se venera como patrona empezando por el Municipio El Callao.  Ella es la patrona también de La Carolina y de Agua Salada en Ciudad Bolívar; de Cabeza Mala, en  Roscio y de La Tigrera y Aripao en el Municipio Sucre.  Sus fiestas religiosas las celebran el 16 de julio y en esta misma fecha de 1888 fue cuando en Ciudad Bolívar estalló un cargamento de dinamita que carros tirados por bueyes llevarían a las Minas de Oro de El Callao.
            La Virgen del Carmen que se veneraba en la Catedral de Ciudad Bolívar fue donada y traída de Europa en 1883 por los Machado Núñez.  Posteriormente la Cofradía del Carmen le hizo construir una Capilla en el Paseo Orinoco, cerca del actual comando de la Armada Fluvial, a donde fue transferida y restaurada  por Elena Montaubaud de Liccioni.  La procesión siempre se hacía por el Orinoco hasta el 16 de julio de 1966 que fue suspendida al chocar una curiara contra la lancha que conducía a la Virgen.  La colisión produjo la muerte de la niña de ocho años Loise Pérez. 
            El patrón de La Paragua,  Moitaco y Guarataro es San Isidro Labrador, el santo que según la sabiduría popular quita el agua y pone el sol, por supuesto, cuando las lluvias son excesivamente amenazantes..  En Ciudad Bolívar, los morichaleros o habitantes de Los Morichales, tenían a este Santo como patrón, cuya imagen de origen colonial veneraban en la Capilla de la Casa donde habitó El Libertador.  Sus festividades tienen lugar el 15 de mayo  y en 1876 el doctor Ramón Isidro Montes le dedicó el Canto Morichalero que solía cantarse en los días previos a su fiesta:  “Ya viene el 15 de mayo / que es la fiesta del patrón / pidamos una limosna / para hacerle su función / para que digamos todos / implorando con fervor / San Isidro, San Isidro / San Isidro Labrador”.
San Luis Rey de Francia es el patrono de Maripa.  La imagen, de talla normal, data del siglo dieciocho, de mucho antes de la fundación de Maripa.  Se cree la imagen estaba entronizada en la capilla de San Luis de Guaraguaraico, el cual es mencionado por Humboldt en 1800 como un pueblo de negros.  Tal vez los negros que hoy forman a Aripao. 
Otros pueblos como Tumeremo, adoran a Nuestra Señora de Belén, cuyas  fiestas tienen lugar el 26 de enero: El Miamo, venera a Nuestra Señora de Monserrat, fiestas el 8 de septiembre que es el día de la Natividad de María y Día de la Virgen del Valle, patrona de la Arquidiócesis y de la parroquia de su nombre en Ciudad Bolívar;  El Dorado rinde culto a Nuestra Señora de Lourdes, fiestas el 13 de febrero; Santa Elena de Uairén, a Santa Elena, fiestas el  18 de agosto; Caicara de Orinoco, a Nuestra Señora de la Luz, fiestas el 28 de mayo; El Pao, a San José Obrero, fiestas el 6 de mayo;  Aripao, a San Ramón, fiestas el 31 de agosto; Santa Rosalía, a Santa Rosa de Palermo, fiestas el 2 de septiembre;  El Cristo de la Paragua, Sabaneta y Las Trincheras, a San Rafael Arcángel; Moitaco a San Antonio Maria Claret.
            La Patrona de Soledad en la ribera norte del Orinoco es Nuestra Señora de la Soledad y sus fiestas tienen lugar el 15 de agosto, diez días después de las festividades de Nuestra Señora de las Nieves.  La Imagen fue entronizada  el 15 de agosto de 1912, Día de la Asunción de la Virgen María, en un acto religioso muy solemne oficiado por el Obispo de Ciudad Bolívar, monseñor José María Durán y apadrinado por el Presidente del Estado Bolívar, doctor Luis Godoy.

INDICE



INTRODUCCIÓN

I.                    DEPENDENCIA ECLESIASTICA
La Iglesia Madre
La Iglesia en Venezuela
La Primera Misa
Dependencia eclesiástica de Guayana
Obispo Nicolás Gervasio Labrid

II.                 EMANCIPACIÓN EPISCOPAL
Creación de la Diócesis de Guayana
15 Papas y 12 Obispos Residentes
Una Diócesis para Oriente y Sur
La Catedral de Angostura
Nuestra Señora de las Nieves
La Virgen del Valle


III.               AVANZADAS RELIGIOSAS
Las Misiones
Los Primeros Fundadores
Expulsión de los Jesuitas
Liquidación de las Misiones
Restauración de las Misiones
Creación del Vicariato Apostólico
Vicarios Apostólicos

IV. OBISPOS RESIDENTES
Un Obispo para la Diócesis
Francisco de Ibarra y Herrera
J. A. García Mohedano
José Ventura Cabello
Bolívar se dirige al Clero
Mariano Talavera y Garcés
Mariano Fernández Fortique
José Manuel Arroyo y Niño
Manuel Felipe Rodríguez
Antonio María Durán
Sixto Sosa
Desmembración de la Diócesis
Miguel Antonio Mejía
Santuario de las Siervas

V.                 ARZOBISPOS
Juan José Bernal Ortiz
Creación de la Arquidiócesis
Modus Vivendi
Crisanto Mata Cova
Su Santidad Juan Pablo II
Medardo Luzardo Romero
Ulises Antonio Gutiérrez Reyes

VI.              DIÓCESIS DE CIUDAD GUAYANA
Creación de la Diócesis
Francisco Javier Zabaleta
Francisco de Guruceaga
J.J. Núñez Viloria
Ubaldo Santana Sequeda
Mariano Parra Sandoval
Helizandro Terán
Carlos Alfredo Cabezas 

VII.            PROVISORES, VICARIOS Y ADMINISTRADORES
Domingo Remigio Pérez Hurtado
Silvestre Guevara y Lira
José Leandro Aristeguieta
Nicanor Afanador
Juan Francisco Avis
Adrián María Gómez
Rafael Villasmil y Dámaso Cardozo
Críspulo Benítez Fontúrvel
Tomás Márquez Gómez
Constantino Maradei Donato
César Ortega Herrera
Samuel Pinto Gómez
Hernán Bastidas

VIII.         PATRONOS Y PATRONAS

APÉNDICE:


Con la consagración de Monseñor Ángel Francisco Caraballo Fermín (en la foto), se completa el trío de obispos venezolanos nacidos dos en Ciudad Bolívar y el tercero en Puerto Ordaz. El primero fue Monseñor Ramón Isidro Lizardi seguido después por Monseñor Constantino Maradey Donato.
Ramón Isidro Lizardi, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas y Vicario General de la misma,  murió a los 61 años de edad, el 31 de julio de 1972.  Nació en Ciudad Bolívar en 1911.  Coronel asimilado del Ejército, cuya jefatura del Servicio de Capellanía ejerció desde 1947.  Camarero Secreto del Papa y Orador Sagrado de la Iglesia.  Se ordenó de sacerdote el 26 de mayo  de 1934 después de estudiar en el Seminario Interdiocesano de Caracas y en la Universidad Gregoriana de Roma.  Párroco Provincial de Maturín en 1946, trasladado a Caracas en 1956.  Consagrado Obispo en la Catedral de Caracas y Auxiliar de la Arquidiócesis  por decisión del Papa Pío XII, Fue consagrado obispo auxiliar el miércoles 5 de agosto, Día de la Asunción, de 1956  En esa memorable ocasión, Guayana le obsequió a través de Tefa Credecio y Ana Luisa Contasti un pectoral y un anillo confeccionado con oro extraído de las tierra del Yuruari.
El domingo 31 de enero de 1965, día señalado para el acto solemne de la Coronación canónica de la Virgen de Belén en el estadio Fermín Landaeta de Maracay, le tocó cantar las glorias a la Virgen.  Allí entonces se dieron cita una inmensa multitud de fieles, calculada en 30.000 personas, con asistencia de 13 prelados, presididos por el Eminentísimo Cardenal José Humberto Quintero, Arzobispo de Caracas y Monseñor Luis Dadaglio, Nuncio Apostólico de Su Santidad, y la presencia del Doctor Escovar Salom, Ministro de Justicia y delegado especial del Dr. Raúl Leoni, Presidente de la República.
Monseñor Ramón Isidro Lizardi falleció en Caracas a las 7 de la mañana en el Hospital Militar. Falleció a los pocos días  (17 de julio de 1972) de haber sido designado por el Ministro de la Defensa en calidad de Director del Servicio de Capellanía, para integrar, junto con el Consultor Jurídico del Ministerio de la Defensa, Dr. Germán Balda Cantisani, la Representación del Despacho en la comisión Interministerial que se ocuparía del Estudio y Redacción del Proyecto de Convenio con la Santa Sede relativo a la creación del Vicariato Castrense.
Monseñor Constantino Maradei, nació en Ciudad Bolívar en 1915.  Siendo Vicario de la Catedral de Ciudad Bolívar, fue consagrado Obispo en 1965 por el  Cardenal José Humberto Quintero en Caracas, recién creada la Diócesis de Cabimas hacia donde lo habían destinado su Santidad. De suerte  que fundador de esta Diócesis levantada en tierra caliente y petrolera del Zulia, trabajó incansablemente en ella durante cinco años. Cumplido un quinquenio en Cabimas, fue trasferido a la Diócesis de Barcelona, donde igualmente cumplió una labor religiosa y cívica que lo enalteció  como prelado.
Ahora, gracias al Papa Benedicto XVI, Monseñor Ángel Francisco Caraballo Fermín, nacido en Puerto Ordaz en 1965, acaba de recibir la ordenación episcopal tras 21 años de servicio sacerdotales,  Al igual que Maradei sale directo para la tierra caliente del Zulia a ejercer su prelatura.


Sus estudios hasta convertirse en prelado, transcurrieron entre Puerto Ordaz, Barquisimeto, España y Roma. Quien se inició como Monaguillo en la iglesia Nuestra Señora de Fátima llegó a ser su sacerdote y Vicario General y ejerciendo la Vicaría en esa iglesia que es Catedral provisional, le llegó a buena nueva, pero tendrá que irse inmediatamente allá donde lo espera la feligresía adoradora de la Chinita.

FUENTES BIBLIOHEMEROGRAFICAS